Señor Presidente de la República,
Su Santidad el Patriarca de Constantinopla,
Su Santidad el Patriarca de Alejandría,
Su Gracia, el Arzobispo de Canterbury,
Ilustres Representantes de la Iglesias Cristianas y de las grandes religiones mundiales, queridos amigos de la Comunidad de San Egidio,
Hoy aquí, en la ciudad de Asís vengo a traer la voz del pueblo centroafricano sediento de paz.
Como ustedes saben mi país se está recuperando de una crisis político militar que ha durado muchos años, en la que fuerzas oscuras han intentado instrumentalizar la religión para traer odio y guerra.
Inicialmente tales fuerzas parecieron prevalecer, pero ¡gracias a Dios no prevalecieron! ¿Por qué no prevalecieron?
Porque hombres y mujeres de fe centroafricanos no han aceptado la lógica del choque de religiones. En este sentido quisiera agradecer a todas las autoridades musulmanas y cristianas de mi país que han demostrado una gran valentía.
Durante la visita de Su Santidad el Papa Francisco a la República Centroafricana el Papa quiso encontrar a la comunidad musulmana, sobretodo compuesta por jóvenes, en la mezquita Central de Bangui. Les dirigió un discurso directo, al que respondieron con entusiasmo. Su entusiasmo era visible en los rostros de la multitud festiva. Pero sobretodo han mostrado su entusiasmo mientras el papa Francisco salía de la mezquita para ir a celebrar la Misa en el Estadio: un cortejo de motocicletas conducidas por jóvenes musulmanes le acompañó agitando palmas como signo de paz y reconciliación. El paso del Papa fue el inicio del proceso de desmitificación del choque entre cristianos y musulmanes del que tanto se había hablado. Una visita que marca un cambio histórico en nuestro país.
Es un honor participar en la ceremonia inaugural de Oración de la Paz que recuerda un largo camino de 30 años. Es una imagen que llevaré en el corazón: hombres y mujeres de fes y culturas diferentes caminan juntas para no ceder a la violencia que atenaza a muchos países.
Como he dicho inicialmente las fuerzas oscuras parecían prevalecer, pero gracias a Dios no prevalecieron.
¡Porque no hemos sido abandonados!
Nuestro pueblo ha encontrado amigos en su camino, precisamente en los momentos más oscuros.
Agradezco a la Comunidad de San Egidio, en particular al Prof. Andrea Riccardi, Fundador de la Comunidad y al Presidente de la Comunidad Prof. Marco Impagliazzo, que han trabajado sin parar para la solución del conflicto, en unos años en los que no muchos se interesaban por nuestro país.
Durante los años más difíciles de la crisis no habéis dejado de hablar con las comunidades religiosas, los grupos armados y los partidos políticos, para recordar a todos los centroafricanos que su historia es la convivencia pacífica entre fes y culturas.
Estoy convencido que habéis podido hacer todo esto porque no tenéis otro interés que el de la paz!
Todo esto hace de la Comunidad de San Egidio no sólo un amigo de nuestro pueblo, sino que en un cierto sentido forma parte del pueblo centroafricano.
Quisiera que continuara el proceso de reconstrucción de los lugares de culto que la guerra ha destruido. El signo concreto de paz puede ser restituir a los centroafricanos lugares de oración como signo de reconciliación. Donde se reconstruyen lugares de oración renace la paz.
Esta es la razón de mi presencia aquí: agradecer en nombre de todo el pueblo centroafricano a la Comunidad de San Egidio y a través de ella, agradecer al Presidente de la República, al gobierno y a todo el pueblo italiano, y deciros que siempre seréis bienvenidos. Nuestro pueblo necesita verdaderos amigos como lo sois vosotros!
Retomo la palabras que Su Santidad el Papa Francisco ha dirigido a los jóvenes centroafricanos delante de la catedral de Bangui: “¿Tenéis el corazón dispuesto a resistir? ¿Sí o no? [jóvenes: “Sí”]. ¿Tenéis el corazón dispuesto a luchar por la paz? [“Sí”] ¿Estáis dispuestos con el corazón a la reconciliación? [“Sí”] ¿Estáis dispuestos con el corazón a amar esta preciosa patria? [“Sí”] ¿Estáis dispuestos con el corazón a rezar? [“Sí”] (fin de la cita)
Fuerte de vuestra amistad estoy seguro que sabremos resistir, sabremos progresar en el camino de la convivencia y de la reconciliación. Desde esta ciudad de oración y de paz salgo aún más convencido que en este tiempo de globalización que nos pone grandes retos es necesario encontrarse entre hombres de fe diferente y hombres que luchan por la paz.
Gracias.