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Pueblos y religiones unidos por la paz: el papa Francisco, el presidente de Italia y los líderes religiosos juntos. Llamamiento a los responsables de los estados
20 Octubre 2020 - ROMA, ITALIA
#peaceispossibleEl espacio central de la plaza del Campidoglio, que Miguel Ángel diseñó con una estrella de 12 puntas, se ha organizado para conciliar dos necesidades aparentemente contradictorias: la prudencia de la distancia social debida a la situación de emergencia sanitaria, y el sentimiento, aquí mayoritario, tendiente "a la fraternidad y a la amistad social" que ha motivado la Encíclica Hermanos todos. Este 34 Encuentro Internacional impulsado por la Comunidad de Sant’Egidio convierte a Roma en la capital de la paz. Es un acto "reducido a su forma esencial", como ha destacado Andrea Riccardi, aunque no por ello es menos evocador. Al contrario, es rico en contenidos que recuerdan la realidad dramática que está viviendo la humanidad cuando, además de la guerra, que es "madre de todas las pobrezas", se produce una terrible pandemia que empobrece a poblaciones enteras y mina la sociedad. "La lección de la reciente pandemia –ha dicho el papa Francisco– si queremos ser honestos, es la conciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos".
Ante la tentación de cerrarse en uno mismo, Riccardi propone la convicción de que "no nos salvamos solos, a espaldas de los demás o contra los demás. Es algo que vale para Europa y para todos los continentes". Así pues, el tema de la jornada –"Nadie se salva solo. Paz y fraternidad"– conjuga los dos elementos que son la espina dorsal de un camino que puede hacer que la humanidad salga del túnel del miedo y del egoísmo.
Junto al papa Francisco, representantes de las grandes religiones mundiales han rezado unos junto a otros, conscientes de que "la oración es la raíz de la paz", y luego se han reunido "como un arco iris de paz" en el palco situado delante del Palazzo Senatorio. Allí el papa Francisco ha pronunciado su apasionado llamamiento: "¡Necesitamos la paz! ¡Más paz! No podemos permanecer indiferentes. El mundo, la política, la opinión pública corren el riesgo de acostumbrarse al mal de la guerra, como compañero natural en la historia de los pueblos".
El presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, que junto a los ministros Di Maio y Lamborgese, la alcaldesa Raggi y el presidente de la región del Lacio, Zingaretti, habían recibido a Francisco a los pies de la escalinata de la Basílica de Santa María de Araceli, ha contestado a esta interpelación a las responsabilidades de la política: "La República Italiana honra y reconoce los esfuerzos de diálogo en esta dirección, sabiendo el papel de fundamental importancia que tienen y pueden desplegar las religiones para contribuir a crear un futuro de desarrollo y de igualdad entre las personas y los pueblos. La esperanza será más fuerte que todos los obstáculos, ya no será inalcanzable si las mujeres y los hombres de buena voluntad se comprometen viviéndola concretamente en su día a día".
El Llamamiento de paz que ha puesto punto final al Encuentro de Roma recuerda a todos los temas de la jornada: "Las guerras y la paz, las pandemias y el cuidado de la salud, el hambre y el acceso a los alimentos, el calentamiento global y la sostenibilidad del desarrollo, los desplazamientos de poblaciones, la eliminación del peligro nuclear y la reducción de las desigualdades no son cuestiones únicamente de cada uno de los países. Lo entendemos mejor hoy, en un mundo lleno de conexiones, pero que a menudo deja de lado el sentido de la fraternidad". Así pues, "a los responsables de los Estados les decimos: trabajemos juntos para una nueva arquitectura de la paz. Unamos las fuerzas para la vida, la salud, la educación y la paz".