"Os dejo la paz, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde" (Jn 14, 27).
Eminencias,
Reverendos padres,
Ilustres autoridades,
Señoras y señores,
Ante todo querría dar las gracias a la Comunidad de Sant'Egidio por haberme invitado a esta conferencia. Este es un momento realmente oportuno para una conferencia como esta, que trata los temas de la paz y del futuro. Hoy nuestro mundo es testigo de cambios radicales y nuestra humanidad es asolada por innumerables guerras y conflictos. Nuestro encuentro aquí, en la ciudad de Amberes, nos recuerda que no han cambiado muchas cosas en nuestra experiencia humana. En 1914, hace exactamente un siglo, esta maravillosa ciudad estaba bajo asedio mientras los países luchaban entre ellos por el control de los recursos de la tierra. De ello se desprende que la consecución de la paz verdadera es la prioridad más imperiosa que todos deberíamos perseguir.
Oriente Medio: sin la paz no hay futuro
Traemos la voz de millones de cristianos y no cristianos de Oriente Medio. Son las voces de los suníes asesinados por suníes, de los chiíes que están en el punto de mira de islamistas fanáticos, de los cristianos y de los yazidíes expulsados de sus casas y ciudades, de los niños que han perdido a sus padres, y de millones de personas que solo desean vivir en paz el uno con el otro. Pero la política internacional y el fanatismo religioso se lo impide.
La gravedad de lo que está pasando en el mundo en general, y en Oriente Medio en particular, sobre pasa todo lo que habíamos visto hasta el momento. La historia tampoco dispone de terminología apropiada para describir de manera exacta lo que estamos viendo. La aspiración de los hombres y de las mujeres de Oriente Medio a vivir en la paz y en la prosperidad ha quedado destruida. Las comunidades religiosas más pequeñas son las más afectadas por estos trágicos acontecimientos. ¿Qué futuro les espera a estas comunidades? ¿Cómo podrán sus jóvenes hacer realidad sus sueños? ¿Habrá en su madre patria un futuro para ellos?
"La Paz es el Futuro". Sin la paz, no habrá futuro para la humanidad. Sin la paz, la humanidad vive miserablemente y caerá bajo el peso insoportable de las masacres y los genocidios. La paz crea la armonía entre las distintas razas y demuestra que es posible vivir en la recíproca comprensión y en el amor a pesar de las diferencias.
La paz es un requisito para una vida libre, pero para los cristianos es un modo de vivir. Cristo es el Príncipe de la paz, que llama a sus trabajadores de paz, hijos de Dios.
Además, para los cristianos, la verdadera paz es la que nos da nuestro Señor Jesucristo: "Os dejo la paz, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde» (Jn 14, 27). Cristo nos da su paz mientras estamos en el desorden y en el caos. Es una paz que no nos pueden quitar. Es la paz eterna que todos buscan.
El verdadero desafío consiste en trasladar el concepto de paz a la vida de una familia en una zona de guerra. Al hacerlo, nos damos cuenta de que esta paz divina es extraña para el mundo. Son muy pocos los que, sometiéndose completamente a la voluntad de Dios y creyendo con simplicidad que el Señor es una fuente de paz en nuestro mundo ajetreado, pueden comprenderlo y aceptarlo plenamente.
Permítanme ahora que comparta algo de lo que hemos visto durante nuestras recientes visitas a nuestro pueblo sufriente en varios países de Oriente Medio. Será una imagen auténtica de la situación en la que viven hoy los cristianos y los demás. Ustedes mismos podrán imaginar qué significa la paz para esas personas.
Irak: la visita de los patriarcas
En Irak visitamos dos veces a nuestro pueblo que sufre a causa de las persecuciones y de las expulsiones: la primera vez fuimos al norte de Irak del 13 al 16 de junio de 2014 y fuimos a visitar a las más de 15.000 personas que habían sido expulsadas de sus casas de Mosul por el EIIS (Estado Islámico). Se refugiaron en las ciudades y en los pueblos de la llanura de Nínive. Nuestra segunda visita fue del 20 al 25 de agosto de este año. Junto a una delegación de patriarcas orientales visitamos a las mismas personas que habían sido expulsadas por segunda vez en pocas semanas. Esta vez más de 120.000 cristianos y miembros de otras minorías fueron expulsados de sus casas en las ciudades y los pueblos de la llanura de Nínive para ir a la región de Kurdistán
Durante esta visita llegamos al pueblo de Araden, donde unas 50 familias se habían refugiado en una iglesia local. Al reunirme con aquellas personas en la sala de la iglesia, se me acercó un niño de tres años junto a su hermano gemelo. Abrió los brazos de par en par y, con gran inocencia, dijo en sirio/arameo: "..." "No tenemos sitio". Vivían con más de 70 personas en una pequeña sala de aquella iglesia; no tenían sitio en la sala de la iglesia, que estaba repleta de gente, pero de todos modos tenían más suerte que muchos otros niños que todavía duermen en tiendas o por la calle, en parques o en edificio a medio construir.
Durante cada visita pudimos constatar que los cristianos todavía tienen esperanza en la fuerza y en la misericordia del Señor: la fuerza que los sacará de la miseria presente y la misericordia que los salvará.
En cada visita hablamos a los cristianos desplazados; les quisimos asegurar que todavía no es demasiado tarde, que todavía hay esperanza de encontrar una solución. Nos hemos dirigido a los políticos, a nivel local e internacional, para pedirles que den protección internacional a aquellas personas. Hemos escrito al Secretario General de la ONU, al Consejo de Seguridad, a la Unión Europea, a la Comisión de la ONU por los Derechos Humanos. También hemos presionado al gobierno libanés para que solicite al Tribunal Penal Internacional que investigue estos actos inhumanos, que constituyen un crimen contra la humanidad.
Hay que alcanzar una solución pacífica para el sufrimiento de esos refugiados, para que puedan volver a sus casas de la llanura de Nínive y de la ciudad de Mosul, y para que reciban ayuda para defenderse de nuevos ataques.
Líbano: el sectarismo
También la situación en el Líbano es fuente de preocupación: la vida política del país está dominada por el sectarismo, se afirma la división y crece el cisma entre las distintas componentes de la sociedad libanesa, hasta el punto de que ya no se puede gestionar. El EIIS (Estado Islámico), el frente Al Nusra y otros grupos armados están afianzándose en varias ciudades y pueblos libaneses. La pequeña ciudad de Arsal, que está en la región montañosa de Qalamon, en la frontera entre Siria y Líbano, continúa suponiendo un peligroso desafío para el gobierno de Líbano. Unos 30 soldados libaneses son rehenes de estos grupos terroristas. De vez en cuando matan a uno.
En el Líbano la unidad es una gran necesidad, porque es el único elemento que puede traer la paz a la complejidad de los distintos grupos confesionales: unidad de intenciones para construir juntos el futuro de los jóvenes ciudadanos, para ayudarlos a elegir a un nuevo presidente para el país.
Siria: una tragedia humanitaria
A medida que evolucionaba la crisis siria hemos visto que la guerra no comporta ningún beneficio. Aunque algunas peticiones fueran legítimas y aunque fueran necesarias reformas políticas, eso no justifica los bárbaros secuestros, las decapitaciones, el asesinato y la destrucción de todo. Incluso viejos árboles han sido arrancados o quemados, monumentos han sido destruidos y estatuas decapitadas.
Todo el pueblo sirio ha sido víctima de esta guerra insensata. Aunque los cristianos no fueran un objetivo específico por razón de su religión, han sido víctimas de sufrimiento y de martirio en mayor medida que los demás. Sadad es una pequeña ciudad totalmente siria y cristiana de unos 15.000 habitantes. Fue atacada por el frente Al Nusra y por otros grupos. En un solo día mataron a 45 personas. Durante mi última visita a Sadad tuve que mirar a los ojos a un padre que había perdido a su esposa, a sus hijos, a su tío y a su suegra, junto a otros dos miembros más de su familia. Fueron asesinados y arrojados a un pozo. ¿Cómo se puede hablar de paz a esta familia que tiene el corazón roto?
Hoy más de cuatro millones de sirios viven de las ayudas del Programa Mundial de Alimentos y de otras organizaciones de voluntarios, en un país que durante décadas y décadas ha sido autosuficiente y no ha tenido deudas.
El secuestro de los arzobispos Boulos Yazigi y Youhanna Ibrahim
Distinguidos señores, han pasado más de 500 días desde que los dos arzobispos de Alepo, Boulos Yazigi y Youhanna Ibrahim fueron secuestrados. Todavía no tenemos noticias sobre su paradero y sobre su situación. Son dos hombres de Dios, que fueron secuestrados cuando volvían de una misión de salvamento de dos miembros del clero que habían sido secuestrados. ¿No se avergüenza la comunidad internacional de su silencio sobre el secuestro de estas dos figuras tan significativas? Apelamos a todos los hombres de buena voluntad para que hagan cuanto puedan para lograr su inmediata liberación.
El Sayfo: cien aniversario
Conmemoramos aquí el centenario de la I Guerra Mundial. Poco después del inicio de la guerra se llevó a cabo un genocidio contra los cristianos del antiguo Imperio Otomano. Junto a casi un millón y medio de armenios, fueron asesinadas unas 500.000 personas de nuestro pueblo de lengua siria. Fueron asesinados simplemente porque eran cristianos. Eso nos recuerda que el hombre puede ser un monstruo y puede actuar de manera horrible. En la iglesia siria ortodoxa de Antioquía estamos preparando una conmemoración que durará un año del genocidio sirio, para recordarnos a nosotros mismos y a los demás que le mundo debería estar unido contra el terrorismo y la difusión del odio y del extremismo que amenazan los derechos fundamentales de las personas.
Paz: un compromiso global
Dios creó el mundo para que existiera en paz y en armonía entre todos sus elementos. Los seres humanos deberían ser los agentes de dicha paz. Una paz auténtica y sostenible no es solo ausencia de guerra y de violencia; es el resultado de una relación sana con el Creador. De ese modo se refleja nuestra relación los unos con los otros y con la naturaleza. La construcción de una cultura de paz, pues, deberías ser un objetivo común de todos nosotros, para preparar un futuro mejor para las generaciones que vendrán. Al hacerlo necesitamos aprender de nuestras experiencias pasadas. Las guerras mundiales, los genocidios, la limpieza étnica y religiosa son manchas vergonzosas en la historia de la raza humana. Es responsabilidad de la nuestra y de todas las generaciones promover la paz verdadera.
Distinguidos señores, la situación explosiva de Oriente Medio, con la reciente violencia en Gaza, rompe el corazón; sin embargo las esperanzas de paz y el optimismo que lleva a pensar en el alba de un día mejor todavía anidan en el corazón de la gente. Aprovechando esta ocasión hacemos un llamamiento a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que trabajen para promover la paz en el mundo. Al recordar el impacto de las religiones en la vida pública, creemos que nuestro papel como líderes religiosos para que crezca una cultura de comprensión y aceptación del otro es de vital importancia. Los esfuerzos de la Comunidad de Sant'Egidio en ese sentido son muy apreciados. Actos y conferencias como esta, que fomentan el espíritu de tolerancia y de convivencia pacífica, darán sin duda frutos para nuestra humanidad desgarrada. "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9).