En primer lugar hay que definir el significado de la palabra “Martirio” para poder avanzar en el tema y analizar los aspectos que nos ocupa y preocupa hoy.
Martirio: Muerte o sufrimiento que se padecen por defender una religión o una creencia. Muchos de los primeros cristianos sufrieron martirio.
Mártir: del griego- testigo.
En este sentido tenemos que tener en cuenta los aspectos en la antigüedad y en los tiempos modernos.
En el Antiguo Testamento (en la Biblia y en las épocas de los profetas) los profetas sufrieron persecución y muerte transformando en los mártires del momento, siendo ellos los enviados especiales de Dios Iahvé, como sus testigos y muy especialmente sus principales mensajeros para llevar adelante sus mandamientos.
En el Nuevo Testamento nos encontramos con la muerte en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, que con su muerte y su pasión nos demostró el camino del máximo tolerancia y sacrificio para llevarnos de la tierra al cielo a través de su muerte y resurrección.
Después vinieron los santos y los mártires que dieron sus vidas por Cristo tolerando persecución, torturas y muerte siendo merecedores de la corona luminosa y heredando el cielo y el descanso en el paraíso del Padre celestial.
Y en nuestros tiempos, cuando aparentemente no existe la persecución religiosa o en nombre de dios, nos encontramos que no es tan así porque varios pueblos han sido y siguen siendo víctimas de la intolerancia religiosa o ideológica o por pensar, actuar y vivir diferente. El ser humano y los responsables del mundo buscan la paz… pero cada vez están más lejos de la misma y siguen los conflictos armados, guerras etcétera.
En este sentido podemos recordar las dos guerras mundiales solamente en el siglo XX, con sus miles de millones de víctimas. Los conflictos y guerras que continúan y las nuevas amenazas, por cualquier razón y motivo, de los gobernantes de las grandes potencias que están colgadas sobre el mundo.
Como religioso armenio, no puedo no mencionar lo que vivió mi pueblo durante la Primera Guerra Mundial y fue la victima del primer genocidio del siglo XX, perdiendo casi el setenta por ciento de su histórica patria y más de dos millones de su pueblo. Nuestro pueblo no fue masacrado solamente por ser cristiano, sino también por ser armenio y por su reclamo de tener una patria libre e independiente.
Hoy, por suerte el panorama es distinto totalmente y nosotros o mejor dicho nuestros mártires fuero y son testigos de su fe y creencia. Esperemos que el mundo se dé cuenta y se despierta que las matanzas, los genocidios y la muerte no acaban los sueños y las ideales de los pueblos, sino dan más razón y más fuerza para seguir adelante en sus búsquedas de la convivencia y la paz en el mundo.
Que los mártires sigan intersecando por nosotros, por la convivencia pacífica de los seres humanos y por la paz del mundo.