Queridos amigos, bienvenidos al panel “LA CIUDAD Y la PAZ”
El encuentro interreligioso de este año mira al futuro: “La paz es el futuro”. Nuestro encuentro constituye una etapa más de un movimiento que desde 1986 peregrina por distintas ciudades de Europa y del mundo. San Juan Pablo II trazó en la colina de Asis un diseño de paz que se ha llamado “el espíritu de Asís”. Un espíritu de paz que ha tocado en estos años muchas ciudades y que vive en cada ciudad.
Sí, las ciudades quieren vivir en paz. La ciudad es el lugar de intercambio por excelencia. Lugar donde viven, comercian, hablan, donde se forja la historia de hombres y mujeres de diversas cultures y religiones que se encuentran. No el uno contra el otro, sino uno al lado del otro. Buscando aquello que une y dejando de lado lo que divide.
Es muy diferente encontrar-se en un lugar u en otro, en una ciudad u otra, pero hay un deseo común: vivir juntos y en paz. El Papa Francisco en la Evangelium Gaudium exclama: !Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!
Por primera vez en la historia, desde 2007, la mitad de la población mundial vive en la ciudad (en 1950 eran solo el 16%). Ciudad de México, Shangai, Pekín, Sao Paolo, Buenos Aires, New York, Paris, Londres, Moscú, Kinshasa… son megalópolis. Las previsiones demográficas para la próxima década estiman que al menos nueve ciudades tendrán más de 20 millones de habitantes (Méjico, Shanghái, Pekín, Sao Pablo y Bombay).
Ciudades con grandes periferias, con muchos barrios pobres (favelas en Brasil, Villas Miseria en Argentina). Barrios donde crecen diversas culturas urbanas, a veces presas de las mafias y la violencia difusa, como sucede en El Salvador con las Maras. Barrios periféricos crecieron rápidamente por la inmigración, como las banlieue de Paris y otras ciudades Europeas o Africanas. Pero también algunos barrios ricos o las pequeñas ciudades se convierten en periféricas cuando se cierran en si mismas, en su pequeño mundo. Periferias porque viven encerradas en su bienestar, temen la invasión de los extranjeros. Fuera de la historia, sin un centro.
Vivir juntos en paz en la ciudad supone un desafío, más cuando la vida en la ciudad es compleja. Hoy la ciudad más que un recinto amurallado y concreto se identifica con un territorio. Un territorio donde viven personas de diferentes culturas y religiones con el desafío de establecer espacios para el encuentro y la economía, pero también para la acogida y la solidaridad.
Los desafíos y las oportunidades que encontramos en la ciudad son muchos. La inmigración ha cambiado el rostro de las ciudades y pone el desafío de la convivencia. La violencia difusa se ha apoderado de muchas ciudades como consecuencia de la aparición de las mafias y grupos ligados al narcotráfico. Muchas ciudades se empobrecen cuando se vive la fatiga cotidiana de la crisis. En algunas ciudades la falta de perspectivas de futuro y la pobreza unido a la simple perspectiva de construir una ciudad rica hace crecer la apatía y la rabia en los ciudadanos hasta llegar a la violencia.
La ciudad que busca la paz debe encontrar motivos de esperanza en el vivir juntos, no solo enriquecerse. La globalización ofrece nuevas oportunidades a las grandes ciudades. Deben repensar-se y especializar-se pero respondiendo a un proyecto de convivencia y solidaridad que no deje a los más pobres o a los extranjeros (tampoco a los ancianos) de lado.
Muchas ciudades con sus ciudadanos están siendo golpeadas por la guerra en Ucrania, Siria, Iraq. Alepo (en Siria) ha representado durante mucho tiempo la ciudad del vivir juntos y ahora está medio destruida y asediada. Las ciudades quieren vivir y dicen no a la guerra. Andrea Riccardi ha lanzado recientemente un manifiesto para SALVAR ALEPO en el que se dice:
“No se trata solo de preservar los monumentos de una historia urbana de cinco mil años de antigüedad. Hay que salvar las vidas humanas y la ciudad, un tejido secular de convivencia entre árabes, armenios, curdos, turcos y circasos, que convertía a Alepo en el símbolo de la convivencia. Sobre todo, hay que poner fin de inmediato a una masacre que hace dos años que dura. No se puede esperar más.”
Las ciudades hablan, viven, hablan porque tienen un alma. Las ciudades quieren vivir en paz. Son una expresión humana básica del vivir con los demás. Tienen una cultura, una historia condensada, lugares donde se acoge una gran riqueza cultural y religiosa. Son lugares donde se ha ido vertebrando espacios de acogida, solidaridad y encuentro. “Convivir, pues, es la profecía y la indicación de un mundo de paz, sobre todo deslegitima el enfrentamiento étnico, de civilizaciones y de religión: crea la civilización de convivir” – decía Andrea Riccardi en el encuentro de Sarajevo.
Existe un rol de las ciudades a este propósito. Recientemente la Comunidad de Sant’Egidio ha organizado en Livorno un encuentro sobre las ciudades del Mediterráneo, convencidos que la ciudad Mediterránea representa un modelo de convivencia. Con su puerto, la plaza y (la Iglesia, la sinagoga y la mezquita) lleva en sus cromosomas el deseo de vivir juntos.
Pero la ciudad corre el riesgo de perder su humanidad, su alma. Además de la solidaridad, de la acogida, los creyentes han dado siempre luz y ideales a la ciudad. “Las religiones del Libro” han hecho emerger de las Escrituras un humanismo que ha amarado la ciudad, le ha dado un alma. El Papa Francisco afirma que Dios vive en la ciudad y “Él vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia. Esa presencia no debe ser fabricada sino descubierta, develada. “ (EG59)
Una convicción del “espíritu de Asís” es que las religiones deben colocare dentro de la historia e interesarse por los dolores de cada ciudad. Tienen el compromiso de ofrecer a cada ciudad un futuro de paz. Esta tarde nuestro objetivo es la ciudad. Tenemos unos testimonios privilegiados delante nuestro, que nos ayudaran a vivir esta visión de paz en distintas ciudades. No todas las ciudades son iguales. Cada civilización, cada cultura produce una ciudad y su visión de paz.
• Damos en primer lugar la palabra a Jaron Engelmayer, Rabbino di Colonia, Germania
• De Alemania pasamos a Inglaterra, con la intervención de Robert Innes, obispo anglicano para Europa
• A continuación va intervenir el Metropolita ortodosso, Iosif, del Patriarcato de Rumania.
• Vamos a escuchar ahora una voz que viene de África, continente particularmente querido por la Comunidad de Sant’Egidio. Juvenal Nzosaba pertenece a la Unione delle Chiese Battiste del Burundi.
• Regnier Valerie de la Comunità di Sant’Egidio en Francia, se interrogará sobre la construcción de la paz en una megalópolis europea como Paris.
• Nos quedamos en Francia, porque la última intervención corre a cargo de Laurent Ulrich, Arcivescovo cattolico, Francia